El síndrome laboral conocido como “Burnout” o “síndrome del trabajador quemado”, es un tipo de estrés laboral, en su estado más crónico. Este estado patológico se descubre en 1969, aplicado a la situación laboral-emocional en que se encontraban determinados mandos policiales.
A finales de la década de los 80 se va definiendo el síndrome de burn-out, como un estado de cansancio emocional, desmotivación e incluso despersonalización, que se ha ido formando por un agotamiento mental y físico progresivos, lo que va provocando un cambio en el comportamiento de aquellos trabajadores que lo sufren, que puede empezar con un trato desagradable hacia compañeros, clientes o usuarios de determinado servicio, y puede terminar incluso con la baja laboral, pues la evolución de la patología llegará a un nivel en que el trabajador esté incapacitado para desempeñar su labor, física y mentalmente. Misión de la empresa será establecer las condiciones necesarias para evitar que se produzca el síndrome del trabajador quemado.
Generalmente, esta patología del síndrome de burn-out se manifiesta en oficios y profesiones que el trabajador ha elegido de forma voluntaria, y estadísticamente sobre todo en la educación, o bien en el sector público, y ello no es casualidad. En estos puestos de trabajo donde las funciones laborales están en contacto con problemas de mucha variedad de personas, el trabajador tiene que ayudar a resolver estos problemas, con la consiguiente frustración con un horario insuficiente, con unas expectativas previas al puesto de trabajo que después no se cumplen, con honorarios inadecuados, pérdida de prestigio social, etc.
Es misión de la empresa crear un buen clima laboral que ayude a prevenir el síndrome del Burn-Out.
Todo es perfecto, el trabajador se siente motivado e involucrado, cree en un futuro maravilloso en la empresa, donde verá colmados todos sus deseos y objetivos. Se siente querido por los gestores de la empresa, por sus compañeros. Es feliz. La empresa en esta fase no debe preocuparse por retener el talento.
De repente todo cambia. El empleado empieza a desanimarse, sus expectativas eran exageradas conforme a lo que va viendo y viviendo. El trabajo diario ya no llena, los compañeros no son tan estupendos, el reconocimiento brilla por su ausencia, y los jefes mandan demasiado. Algo falla, es preciso trabajar más duro. Pero aun trabajando con más ímpetu la sensación de frustración aumenta porque nada cambia. Nacen el aburrimiento, la desilusión y una merma progresiva en la autoconfianza.
En esta fase el avance de la desmotivación y la frustración llega a los límites de la irritabilidad y la fatiga permanente. El trabajador oye comentarios de compañeros, e incluso de superiores, pero les resta importancia. Los hábitos alimenticios y de sueño van modificándose y se buscan actividades a modo de escape.
En este nivel, no tarda en surgir la depresión, la ansiedad y determinadas enfermedades físicas, así como la ira, dificultando la relación social y profesional, provocando el aislamiento.
La desesperación predomina en esta etapa final, la sensación de haber fracasado, el sentimiento abrumador de soledad y vacío interno y una pérdida total de la autoestima. Si no se pone remedio a tiempo, el pesimismo se adueña de la persona, y pueden aparecer trastornos mentales y físicos importantes.
Generalmente, el síndrome del trabajador quemado se desarrolla por un estrés que se va acumulando en el trabajador, un proceso continuo que va penetrando en el interior del empleado hasta ir provocando los síntomas del síndrome. Entre sus causas, mencionaremos a continuación algunas de ellas, más incisivas cuanto más continuadas y por más tiempo se manifiesten:
El equilibrio entre la vida personal y profesional será fundamental para paliar el síndrome Burn-Out.
Entre ellos, podemos hacer una diferenciación:
Menor resistencia a la actividad diaria. Un progresivo agotamiento emocional a la hora de afrontar los factores que ocasionan el estrés del puesto de trabajo.
Disminución de la motivación. La ilusión inicial que se tenía con las expectativas del puesto de trabajo va decayendo, los objetivos se visualizan cada vez más inalcanzables y el horario de cada día se convierte en interminable e insoportable.
Modificación del estado de ánimo. Uno de los síntomas principales del síndrome del trabajador quemado. El empleado cada vez da muestras mayores de irritabilidad e incluso de ira. Comienzan las tensiones con clientes y usuarios de los servicios, porque el buen trato profesional se transforma en una injustificada posición defensiva del empleado, su indiferencia con clientes y compañeros de trabajo, incluso su sarcasmo para justificar determinadas actitudes, y para afrontar situaciones que le agobian.
El síndrome Burn-Out provoca pérdida de energía y disminución del rencimiento del empleado.
Todo lo anterior provoca la pérdida de energía y disminución del rendimiento del empleado, además de fallos de memoria, dificultad para la concentración y para el aprendizaje de nuevas habilidades profesionales. El riesgo para la empresa es claro, y debe hacer lo posible para fidelizar al talento.
Un estudio de la universidad de Zaragoza y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, nos indica tres perfiles diferentes sobre el trabajador afectado por el síndrome del trabajador quemado:
Es conocida la incidencia de estos síntomas en los profesionales de la sanidad. En sus comienzos, el choque entre sus expectativas y lo que se encuentran en la realidad, en el sentido de exceso de trabajo, el mal humor de los pacientes por sus dolores y la larga espera, la presión emocional que genera el dolor a tratar, las condiciones de los centros y hospitales, etc. puede provocar el inicio de esta patología.
En el caso del personal docente, también se produce en gran número de casos este tipo de estrés laboral, por muchas causas. La disminución de la autoridad del profesor, que con frecuencia es objeto de humillaciones por parte de los alumnos, la falta de recursos formativos, la sobrecarga de material a preparar, no sólo en la clase, también en casa, etc.
Pero no sólo este tipo de empleos de carácter público son propensos al síndrome de burn-out, también las actividades del sector privado de asesoramiento laboral, social o psicológico, pilotos de viajes en grupo, vigilantes de empresas de seguridad, etc. pueden generar todos los síntomas que estamos analizando.
Es fundamental reconocer a tiempo que existe el problema y pedir la ayuda necesaria. Otros consejos pasan por ser flexible ante los cambios y novedades, fijarse objetivos alcanzables de una forma realista, propiciar el equilibrio entre la vida personal y la actividad profesional, etc. La comunicación entre empresa y trabajador debe ser óptima e ir encaminada a detectar estos casos de Burnout en cuanto se produzcan. Además, está demostrada la eficacia de técnicas y ejercicios de relajación para disminuir la ansiedad y el estrés.
En el aspecto físico, la tensión que genera el estrés laboral ocasiona a diario contracturas y todo tipo de afecciones musculares. Por ello, la realización de ejercicios anti estrés, estiramientos y deportes adaptados a la condición física del trabajador aporta enormes beneficios. Entre los hábitos saludables, hemos de eliminar el tabaco y el alcohol e intentar dormir las horas suficientes, para hacer frente a la aparición del síndrome de burn-out.
Si la patología ya está en curso y ha avanzado, una buena terapia psicológica, grupal o individual, será una gran ayuda.
Son muchas las medidas que pueden adoptarse por parte del empresario para fidelizar el talento en su negocio: procurar una comunicación asertiva con los empleados, generar un entorno de trabajo apropiado, desarrollar unos roles clarificados, coordinar los objetivos empresariales y los de cada empleado, desarrollar programas de optimización de tiempo de trabajo, y otros de incentivos y reconocimiento, generar espacios para abordar los temas personales a lo largo de la jornada laboral, propiciar técnicas sencillas de relajación en los centros de trabajo, fijar con claridad la política empresarial sobre los tiempos para comer, bajas, uniformidad, espacios laborales, momentos para fumar, viajes, etc.
El síndrome Burn-Out es un tipo de estrés laboral con graves consecuencias en la autoestima y en la salud física y emocional de los trabajadores, y puede ser un grave problema para las empresas, que verán mermada la productividad de sus empleados de forma muy desfavorable.
Es importante que los gestores y departamentos de Recursos Humanos sepan localizar los trabajadores afectados y ayudar en la solución del problema, para retener el talento, eliminando la posibilidad de que el trabajador se marche de la organización.
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