Como vamos viendo en la gran mayoría de los post publicados con anterioridad, los cambios en lo que a recursos humanos se refiere son constantes y abismales respecto a la praxis de hace algunos años. Tú, ya seas un profesional consolidado con una carrera de peso dentro del sector o un joven talento que se está abriendo paso día a día, te habrás dado cuenta de que los términos y la manera de ejercer se han reinventado a sí mismos en numerosas ocasiones.
Un claro ejemplo es lo que se conoce como employer branding. Si bien exactamente no es lo mismo, hace algunos años —quizás ya unos cuantos— se podría haber apelado a ello como filosofía de empresa. En su momento, y aunque hoy en día también con mucha menos intensidad, la filosofía de la empresa lo era todo. Era lo que determinaba la misión, la visión, los valores… ¡todo! Incluso marcaba cómo debían ser los empleados que formaban la empresa y cuáles debían ser sus funciones. Entonces, cuando se hablaba de filosofía de empresa se hacía refiriéndose a ello como a un elemento que aportaba orden, calidad y rasgos distintivos. Con el tiempo, y la evolución de las cosas, al fusionar marketing y RRHH se acabó hablando de employer branding.
Como bien sabes, el employer branding o fidelización del capital humano de una empresa, no sólo vela por la imagen que da de su marca hacia fuera sino que también es muy importante la imagen que está proyectando hacia dentro.
Los aspectos básicos que se buscan al implantar una estrategia de employer branding en una empresa son, a grandes rasgos y de manera resumida, los siguientes:
- Que sus empleados puedan desarrollarse dentro de la empresa y prosperar.
- El crecimiento personal y profesional de todos los miembros del equipo.
- Un buen clima en el que puedan germinar relaciones positivas y enriquecedoras para la empresa.
- Responsabilidad social y sentimiento de pertenencia.
- Establecer un plan de compensaciones que ayude a motivar y a superarse.
Las marcas están bien, ¡Qué digo bien! Son el objetivo; de hecho, muchas empresas matarían por llegar a ser una marca consolidada y reconocida en el mercado. Un buen ejemplo es Apple. Hoy en día, la manzanita se reconoce en cualquier lugar del mundo. Y, por ende, los que trabajan dentro de la empresa se sienten orgullosos de pertenecer a ella.
Ese es un buen ejemplo de cómo una empresa puede llegar a hacer que sus empleados se sientan bien trabajando en ella. Y, obviamente, he ahí las cuestiones sobre la que merece la pena que reflexiones: ¿tu empresa es ya una marca? Si no lo es, ¿cuánto le falta para serlo? ¿Se sienten los empleados orgullosos y satisfechos de trabajar en ella? Si no es así, ¿qué está faltando para lograr ese sentimiento de pertenencia?
Las ventajas de una empresa que tiene una política de employer branding son:
- El nivel de motivación de los empleados es alto y se fomenta una sana competitividad que la hace mucho más eficiente y capaz de desarrollar soluciones mucho más creativas.
- El personal del que están compuestas siempre es de alta confianza y eso hace que el sentimiento de compromiso de estos para con la empresa sea mucho más elevado que en cualquier otro tipo de relación laboral.
- Al tener empleados altamente cualificados, de muchísima confianza y comprometidos 100% con el proyecto de la empresa, el movimiento de personal es casi inexistente y eso hace que la empresa pueda ahorrar dinero en gestión de RRHH en materia de selección de personal o ejecución de despidos.
- Al ser una plantilla de profesionales comprometidos y estrechamente vinculados con la empresa, ésta puede permitirse formarlos y apostar por ellos porque pasan a ser un valor más y todo lo que ellos aprenden después se invierte en ella.
Como puedes ver todas las ventajas que te hemos mostrado, no solo favorecerán a tus empleados, sino que también a tu empresa, un caso claro de win-win.
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